1 de septiembre de 2014

¿Qué te hace el cancer?

A diferencia de todas -o la mayoría- de las entradas que escribí alguna vez, ésta va a ser un poco más profunda. Por un lado porque por primera vez no se trata simplemente de una historia de amor. También porque por primera vez en la vida pasé por esta situación. Y si bien creo que estuve deseando escribir sobre esto hace mucho tiempo -porque necesitaba sacarlo de adentro mío- nunca tuve las fuerzas necesarias para hacerlo, o mejor dicho, el nudo en la garganta realmente no me permitía escribir más que unas líneas.
No se si alguno de ustedes habrá pasado por esta situación antes pero durante 20 años -tengo 21- jamás había ido a un hospital. No tengo recuerdos de haber estado en uno. También durante 20 años, nunca había estado en una relación tan sería como lo estaba y estoy ahora. El punto es que dos cosas totalmente diferentes se unieron en una.
El 1 de mayo conocí al amor de mi vida. Empecé a estar de novia el 20 de junio de 2013. El 27 de julio conocí a mi suegra. ¿Todo muy rápido hasta acá? Sí. Yo también pensé que había sido muy rapido. El 21 de agosto mi suegra murió de cancer. Sólo la conocí hace tres semanas, pero había escuchado hablar tanto de ella que ese 20 de agosto sentía que ella era más mi mamá que mi verdadera mama. Mi suegra estuvo internada una semana. Me acuerdo muy bien el día que entró en terapia y la llevaron al hospital. Era miércoles. Fui a visitarla un viernes. Mi suegra era de ese tipo de mujeres que incluso teniendo 50 años parecen de 20, tienen un cuerpo envidiable y una sonrisa en su rostro. Cuando entré a la sala a visitarla la vi tan débil, tan frágil. Hasta ese momento no tenía idea de lo que el cancer podía hacer a alguien. Los días que pasaron estuvimos en esa habitación del hospital mi novio, mi cuñada y yo acompañandola, la mayoría del tiempo en silencio. Simplemente mirandola, aprovechandola. No recuerdo un sólo momento que no hayamos estado sonriendo mientras ella estaba despierta. Y así pasaron los días hasta que llegó el 20. Creo que ella sabía todo desde el principio. A veces me pregunto, si tan sólo me lo hubiese dicho, si tan sólo me hubiese avisado que ese abrazo que me dio iba a ser el último, ¡cuánto te hubiese abrazado mujer! Y durante ese abrazo, cuando mis oidos estaban a la altura de sus labios me susurró algo que tan sólo yo pude escuchar. "te quiero mucho". Y así quedé. Helada. Sonriendo. Pensando en que el día siguiente iba a ser mucho mejor. Si tan sólo me hubiese avisado lo que iba a pasar. ¿Porque no me avisó y así le respondía yo también?.
Ya pasó más de un año desde que empezó su viaje, y todos los días la recuerdo con una sonrisa. Excepto días como hoy, en los que accidentalmente me encuentro mirando una película al estilo "bajo la misma estrella" y simplemente no puedo evitar resistir ese nudo en la garganta. Y me enojo. Porque los días se acortaron tanto y me quedó tanto por aprender. Porque la vida parece ser tan injusta con quienes se lo merecen. Pero por sobre todas las cosas, porque jamás pude responderle, y porque el cáncer hace eso y surge de eso; de un enojo y nos enoja.

Te quiero y te abrazo a la distancia todos los días. Mis lágrimas van al mar, ahí donde vos deseaste por el resto de tus días pasar.